Esta semana quiero contar la historia de una portada, la que publicará muy próximamente Plataforma para la edición castellana de UN HAIKU PARA ALICIA.
Antes, sin embargo, explicaré cómo esta novela sobre el primer amor adolescente nos salvó de la indigencia a mí y a mi compañera hace ya 12 años. En aquella época, yo acaba de abandonar mi empleo de editor y trataba de subsistir con traducciones y encargos muy esporádicos, mientras mi pareja daba algunas clases de alemán.
Para empeorar aún más la situación, dediqué medio año a escribir mi primera novela juvenil para un concurso en el que sabía que no tenía ninguna posibilidad, el Gran Angular en catalán. Me faltaba oficio y los temas que ganaban premios siempre se ocupaban de problemas sociales. Dos horas antes de que venciera el plazo de entrega no sabía cómo terminarla. Finalmente puse el final que me parecía más natural, imprimí una copia y fui a duplicar y encuadernar 5 ejemplares a un Workcenter. Tras entregarlos, me olvidé totalmente del asunto.
En los meses siguientes, las deudas se fueron acumulando y llegó un momento en el que no ingresábamos nada y debíamos cuatro meses de alquiler. Habíamos recibido ya la carta del juzgado para echarnos del piso. Un sábado por la noche que no habíamos comido en todo el día, abrimos la nevera y sólo encontramos una botella de cava que alguien había olvidado en alguna fiesta. Nada más.
Resignados, empezamos a juntar las monedas que teníamos en los bolsillos y cajones y entre los dos juntamos 60 céntimos de euro, lo cual bastaría sólo para una barra de pan para el domingo.
Yo acababa de apilar la última moneda de diez sobre el montoncito, cuando sonó el teléfono a las 22:30 de la noche. A esas horas sólo podía ser un amigo aburrido, pensé. Para mi sorpresa, al otro lado me habló el presidente de la editorial que convocaba el premio. El jurado se había reunido en una cena y UN HAIKU PARA ALICIA había ganado el premio Gran Angular.
Aquella noche nos bebimos la botella de cava, y los días siguientes pudimos pagar los alquileres que se debían, comprar comida e iniciar una carrera de escritor que me ha acompañado hasta ahora.
Casi diez años después hice una versión en castellano para inaugurar el sello juvenil PLATAFORMA NEO. Le prometí al dueño de la editorial, que había sido mi profesor en un master de edición, que yo mismo le regalaría la cubierta. A continuación hablé con una exmodelo, Flore Beleva, muy buena fotógrafa y amiga. Le pedí que buscara una chica que se ajustara exactamente a la descripción de Alicia en la novela. "La encontraré", me prometió.
Eso sucedió unas semanas después mientras asistíamos juntos a un concierto de u_mä, una banda de Barcelona que tuvo una corta vida. Entre las cien personas dispersadas por una amplia sala, Flore se fijó en una chica y me dijo: "Es ella. Ya hemos encontrado a tu Alicia." Sin ninguna vergüenza, sólo terminar el concierto la abordó y le preguntó si quería posar para la portada del libro. Nunu -así se llamaba- aceptó a cambio de que le pagáramos una pequeña cantidad. Días más tarde Flore la retrató tal como la veis en esta foto, que ha acabado siendo la portada de la novela.
Con esta pequeña historia os deseo una buena semana llena de amigos, flores y libros,
Francesc
El artículo pertenece a la web de Francesc Miralles